PRINCIPIO 3



P 1
INFORMACIÓN
2
IMPACTO
3
MOTIVACIÓN
4
ENTRETENIMIENTO
C 1
VOLUMEN
2
VELOCIDAD
3
TONO DE VOZ
4
PRONUNCIACIÓN
5
PRESENCIA
6
POSTURA
7
ADEMANES
A 1
INTRODUCCIÓN
2
CONCLUSIÓN
3
DESARROLLO

T
TIEMPO


1. APRECIO

Si el problema fue que tu instructor no percibió mucho aprecio de tu parte hacia tus oyentes como individuos, sino que simplemente les dabas un vistazo fugaz, como si ninguno de ellos te importara realmente, por favor,  tenlo en cuenta en tu próxima presentación.

Para motivar hay que hacer contacto

Tus oyentes tienen que sentir que procuras buenas relaciones con todos, no solo con la mayoría o con cierto sector del auditorio.

Y si hablas por televisión, no debes mantener fuera de contexto a quienes no concuerden contigo, menospreciándolos, despreciándolos, criticándolos o burlándote de ellos. TODOS son valiosos e importantes para ti.

Pero para iniciar unas buenas relaciones, no es tanto una cuestión de que ellos sientan y manifiesten aprecio por ti, sino de que tomes la iniciativa haciéndoles sentir que los aprecias sinceramente. Entonces te lo pagarán con creces expresándote aprecio igualmente.

Es cierto que algunas personas podrían sacarte de quicio con expresiones y actitudes que pongan a prueba tu paciencia, diciendo cosas ligeras pero que punzan como un escorpión. La tendencia común sería a reaccionar explosivamente. En tales circunstancias, tal vez tiendas a perder el autocontrol. máxime si el ofensor se ve totalmente calmado y en control de la situación (no descartes que quizás lo esté haciendo a propósito, para hacerte pisar el palito y que tu propia falta de control se destaque más).

Aun así, ¿te convendría expresar aprecio por ese y por todos tus oyentes? Definitivamente. Oblígate a hacer un esfuerzo extraordinario para controlar tu reacción y mantener la aguja señalando al Norte de tu presentación.

Aprecio significa cuánto los valoras, tanto individualmente como grupo. Si alguien de entre el auditorio dice algo que consideras injusto o impropio, fuera de lugar e impertinente, tal vez te consuele saber que todos, absolutamente todos, decimos exabruptos de vez en cuando. ¿Por qué? Porque ningún ser humano es perfecto. Todos hablamos mal de vez en cuando.

Por eso, no te conviene subir a la plataforma y enterrar la mirada en tus papeles. Siempre debes establecer primero un sincero contacto visual con tus oyentes. Luego puedes enterrar los ojos donde desees. Procura no pasar por alto a nadie con la mirada.

Es fácil ensimismarse y salir a dar un discurso sin mirar a nadie ni tener en cuenta cómo reaccionan tus oyentes. Pero eso se considera un error en oratoria. No mirar al auditorio es un defecto en oratoria.

En tal caso, ¿cómo proceder cuando hay tanto un auditorio presente y una cámara filmando tu discurso? Si miras a tus oyentes físicos, menospreciarás a los que están viéndote en las pantallas. Y si fijas la mirada en las pantallas, los que están presentes podrían sentirse menospreciados.

Mi sugerencias es: Si en el auditorio hay una o más cámaras, mantén la mirada en la[s] cámara[s] en los puntos principales, pero mirando de vez en cuando a los oyentes que estén en el auditorio. Un buen momento para hacerlo es cuando tratas puntos secundarios.

Pero si debido a la enorme distancia el auditorio es tan grande que la mayoría no logra ver tu rostro ni tus ademanes , tal vez te convenga mantener la mirada fija en la cámara la mayor parte del tiempo. Es una cuestión de criterio. El propio orador es el que decide hasta qué punto y de qué manera se conecta con sus oyentes.

Un principio de oratoria es saber cómo está reaccionando el auditorio a medida que avanza la explicación. Eso se logra al ver sus actitudes y gestos. Pero ante una cámara no se puede hacer eso. Es una gran desventaja. ¿Cómo hacer en ese caso? Las personas que están cerca y alrededor son tus únicas fuentes de feedback.

Recuerda: Tus oyentes tienen que sentir y percibir sin lugar a dudas que aprecias el que estén allí presentes y que estén dispuestos a participar y cooperar contigo en todo lo que les pidas, sobre todo si han aportado alguna suma de dinero o contribuido de alguna manera física o material a una causa relacionada con tu presentación.

Por ejemplo, si das dinero a alguien, pero ni siquiera te mira al rostro ni tiene en cuenta lo que tengas que decir, ¿qué sentirías? Falta de aprecio. No hagas eso.

Expresas aprecio cuando los miras a todos, o por lo menos, te esfuerzas por mirarlos. Expresas aprecio cuando les dices cosas que expresan valor. Por ejemplo: "Es muy importante que usted esté aquí presente", "Agradecemos sinceramente todo el esfuerzo que usted ha hecho por estar aquí", "Agradecemos mucho sus opiniones y comentarios".

Lógicamente, sería absurdo, y hasta podría rayar en hipocresía, decirles: "Aprecio que estén aquí", pero no los mires al rostro ni les des ocasión para participar. No concordaría con la verdad ni con la lealtad.


2. EMPATÍA

Si el problema fue que no se sintió empatía de tu parte, tenlo en cuenta la próxima vez.

Observa bien sus miradas, sus reacciones y sus actitudes, sus respuestas, sus comentarios, y ponte en su lugar. Si lo haces, sentirán mucho gusto de que hayas empatado con ellos. ¿Deberías mostrar más empatía por tus oyentes?

Empatía es empatar dos cosas. En las relaciones humanas sirve para ponerse uno en el lugar de la otra persona a fin de entender cómo piensa o siente. Por eso también se ha definido como la capacidad de comprender los sentimientos de otra persona y, por tanto, lo que nos hace humanos o nos hace más conscientes de nuestra humanidad.

Un comunicador debe aprender a cultivar cada vez una mejor empatía con los demás, puesto que le permite comunicar más eficientemente sus ideas y reaccionar de modo que los demás puedan comunicarle más eficientemente las ideas que quieren transmitirle.

Sin embargo, la empatía puede ser instintiva, como cuando un perro comienza a ladrar y todos los perros del vecindario se le unen en un coro de ladridos desesperantes. El instinto se hace cargo. O consciente, razonada, como cuando uno realmente entiende por qué es momento de empatar con otra persona a fin de entenderla, consolarla, enseñarle algo o comprenderla.

Por ejemplo, si uno no entiende lo que otra persona quiere decir, podría decirle: "No entiendo. ¿Qué es lo que quieres decir?". También podría decirle: "¿Por ejemplo?". De esa manera provoca una reacción creativa para que repita el concepto pero en otras palabras, o que cite un ejemplo o ilustre sus pensamientos, a fin de dejarse entender más eficientemente.

En oratoria, desplegar empatía es un poco más difícil porque no significa simplemente ponerte en el lugar de una persona, sino en el de todos tus oyentes, como si respiraras a través de ellos. Pero ¿cómo lograr empátía con un grupo tan grande? ¿Cómo lograr que sientan la empatía que tú estás sintiendo por ellos? ¿Y cómo asegurarte de que realmente estás dando en el clavo de la empatía?

Un rompecabezas o puzzle es un ejemplo interesante. Cuando uno arma un rompecabezas procura empatar las piezas con los huecos que tienen igual forma. A veces sucede que cierta pieza tiene un gran parecido con cierto hueco, pero cuando tratamos de empatarlos, resulta que no encaja. Aún si forzáramos la situación, la realidad, es decir, el resultado o efecto nos indicaría claramente que no son el uno para el otro. Entonces buscamos la pieza que realmente empata con la forma del hueco.

No tendrá ningún sentido, y será un enorme desperdicio de energía, procurar insistir en meter la pieza en un hueco que no corresponde. Si insistimos, quizás malogremos la pieza o terminemos furiosos. La pieza no tiene la culpa de nada, y el hueco no tiene la culpa de nada. ¡Nadie tiene la culpa! Es solo que no estamos discerniendo que las piezas no empatan entre sí.

No estoy justificando el divorcio, por si acaso. El ejemplo se refiere a la empatía en un momento dado, a las circunstancias que uno no está entendiendo en cierto momento de la relación.

Hay personas que tienen una gran habilidad para armar rompecabezas, otras pueden pasarse todo el día sin poder terminarlo. Porque unos tienen mayor capacidad de observación. Han desarrollado la habilidad para captar las diferencias y son más rápido y eficientes para distinguir cuándo la forma de cierta pieza encaja con la forma de cierto hueco.

En oratoria, si dices o haces cosas que no demuestran que comprendes sinceramente a tu auditorio, no te abrirán su corazón ni te ofrecerán su cooperación.

Por ejemplo, no querrán mirarte ni acatar lo que les sugieras si no los miras al rostro, o si, por lo menos, no haces contacto visual con los de las primeras filas. ¿Le creerías a alguien si te dice: "Te comprendo" si rehúsa mirarte a los ojos?  ¡Nada que ver! Sonaría hipócrita.

Tienes que desarrollar la habilidad para prestar atención a sus miradas y reacciones faciales, a sus posturas y comentarios, a la clase de preguntas y respuestas que te dan, y a las emociones que reflejan sus palabras. Si no los miras a los ojos ni observas su comportamiento, no puedes tenerles empatía. Un orador que acostumbra evadir el contacto visual (fijando la mirada en el fondo o mirando a los asientos vacíos o a las paredes) no puede tener, reflejar ni desarrollar empatía.

Algunas maneras de mostrar empatía

Por eso, ten cuidado. No evadas el contacto visual ni te muestres muy exigente, porque a ti probablemente tampoco te gustaría que te voltearan la mirada o fueran muy exigentes contigo. Si esperas comprensión, tienes que comprender. Si quieres paciencia, tienes que ser paciente.Si quieres que te miren, tienes que mirarlos. Si quieres que cooperen y hagas lo que les pides, tienes que mostrarles empatía.

Evita condenar, tal como no quisieras que te condenen. No te pongas a ti mismo ni a tus metas ni sueños como la norma de lo que deberían ser tus oyentes. Si te elevas demasiado, una caída podría dolerte mucho. Es mejor ir al paso de tus oyentes, estimulando poco a poco su desarrollo.

Sigue este consejo: Si ofendes a uno, los ofendes a todos. Si agradas a todos, agradas a uno. No te recomiendo hablar ofensivamente de nadie. Trae demasiados problemas y te dificulta la tarea de empatar. Eso endurece aún más a los que no estén de acuerdo. ¡Procura ablandarlos, no endurecerlos! Si los endureces, ellos ganarán por presión social basada en el orgullo y el amor propio. El terreno de las emociones es muy complicado. Facilítate las cosas. No te las compliques.

Ellos solo te tomarán como ejemplo si realmente sienten que eres un ejemplo, y serán comprensivos contigo si perciben que eres igualmente comprensivo. Es un asunto de empatar sentimientos.

No digas cosas que te alejen de tus oyentes, sino que te acerquen. Es fácil que un orador se engañe a sí mismo creyendo que ha dicho cosas que fueron bien recibidas, cuando, en realidad, no fueron bien recibidas. ¿Cómo saber si estás empatando con ellos?

Uno puede saber lo que el auditorio está sintiendo si los mira y observa individualmente. Eso es algo que no se puede conseguir hablando por televisión.

Dar un discurso por televisión requiere una mayor experiencia en la práctica de la empatía. La experiencia permite a uno discernir con mayor exactitud el efecto que sus palabras podrían estar causando, a pesar de no ver a sus oyentes. Un novato no puede hacer eso. Solo puede desearlo, imaginarlo y suponerlo, pero no puede estar tan seguro como alguien que ha desarrollado empatía. 

Cuanto más experiencia desarrolla un orador ejercendo empatía, más sensible se vuelve a las reacciones de sus oyentes. Y cuánto más experiencia tiene evaluando los resultados de su empatía, más fácil le resulta comunicarse con sus auditorios, saber de qué les puede hablar y cómo le convendría enfocar sus ideas de modo que le entiendan a la primera.

Tal como las personas que suelen armar rompecabezas tienen más facilidad para empatar las piezas, si te mantienes pendiente de las reacciones de tus oyentes durante tus discursos, aprenderás a tener cada vez más empatía por ellos.

Recuerda: Sin empatía, no hay verdadera comunicación.

3. INTERÉS EN EL OYENTE

Si el problema fue que aparentemente no comunicaste un interés altruista en tus oyentes o en tu discurso, tenlo en cuenta la próxima vez.

Comienza por hacer contacto visual con tus oyentes, y a nivel interpersonal, míralos al centro de las cejas.

El contacto visual debe ser con los individuos, no con las paredes ni con los asientos vacíos.

Pregúntate, ¿debo mostrar más interés por mis oyentes?

En economía, el interés es un cálculo que mide cuánto estás ganando con tu dinero. En las relaciones humanas, es una inclinación hacia alguien, una inclinación de los pensamientos y sentimientos, prestarle atención a alguien sinceramente.

Por decirlo así, cuanto más interés pones en una persona, tanto más lo pondrá ella en ti. Si no le muestras interés, no mostrará interés en ti. Con un auditorio es similar. Al igual que las ganancias con el dinero, no ganarás ni obtendrás ningún beneficio de la relación.

El interés comienza mirando a las personas a los ojos, y es la puerta de entrada a sus sentimientos, a la comunicación de calidad, a la apertura del corazón.

Pocas cosas son tan reveladoras y sensibles como el contacto visual. El auditorio se da cuenta cuando el orador no está mirando a nadie. Si crees que no se percatarán de que estás evadiendo el contacto visual, te engañas rotundamente. ¡Se darán cuenta antes de que hayan pasado 30 segundos! ¡Se darán cuenta hasta de si un mosquito comienza a revolotear tu cabeza!

Si no miras a tus oyentes, sino a las paredes, o si clavas la mirada en el fondo o en los asientos vacíos, o si pestañeas demasiado, evidentemente evadiendo el contacto visual, lo percibirán fácilmente con sus emociones y se darán cuenta de que no quieres mirarlos. ¿Con qué efecto?

Lamento decirte que será fatal para tu discurso y para tu imagen. Se interpretará como falta de afecto y amigabilidad. Por tanto, no se dejarán convencer por ti. No los persuadirás. Y, lo peor, no harán absolutamente nada de lo que les pidas. ¡No tendrán remordimiento! Porque no les mostraste afecto ni amigabilidad. Evadiste el contacto visual.

Si bien es cierto el interés comienza con una mirada sincera, también hay frases que funcionan como indicadores de interés o desinterés. Por ejemplo,  "¿Cuál es su nombre?" indicaría interés. "Olvidé su nombre" indicaría desinterés. Tomar la iniciativa indica interés. Esperar que la otra persona tome la iniciativa es falta de interés. Hacer un seguimiento a la relación indica interés. No hacer un seguimiento indicaría desinterés.

Pregúntate, ¿a quién me estoy dirigiendo con mi discurso? ¿Al fondo? ¿Quiero persuadir al fondo? ¿El fondo me va a contestar? ¿El fondo me va a abrir su corazón? ¿El fondo tiene un corazón? Desengáñate. Si fijas la mirada en el fondo, te aseguro que estarás hablando solo. Nadie estará escuchando realmente. Eso solo puede disimularse y disculparse por televisión.

4. OBSEQUIOSIDAD

Si el problema fue que diste la impresión de falta de generosidad, tenlo en cuenta la próxima vez.

Uno muestra generosidad cuando da de su tiempo, cuando cede el paso, cuando pide "por favor" con amabilidad y dice "gracias" efusivamente.

La persona generosa no se muestra siempre exigente, sino comprensiva. También manifiesta comprensión y magnanimidad, comparte sus cosas, sus experiencia y conocimiento, demuestra mucha paciencia con sus oyentes, y suele tomar la iniciativa para obsequiar algo que agrada.

Por eso, pregúntate: ¿Debería mostrarme más obsequioso hacia mis oyentes? Obsequiosidad es la actitud de ser generoso de corazón, es decir, con sinceridad. ¿Cómo perciben mis oyentes mi corazón? ¿Piensan que soy una persona generosa? ¿O una convenida que solo anda pensando en sacar alguna ventaja aparentando generosidad?

Lo contrario de la generosidad es el egoísmo, el egotismo y la egolatría. Dichas tendencias son inconvenientes para la oratoria y para ganar verdaderos amigos.

Es imposible ver el corazón de una persona. Pero no es imposible percibir lo que hay en su interior cuando se trata de las tendencias mencionadas. Y a veces no es solo cuestión de prestar atención a su manera de hablar. Porque debido a la necesidad de fingir, también suelen ser grandes actores.

¿Tienes sentimientos genuinos de aprecio, empatía, interés y respeto hacia tus oyentes? ¿O por un lado eres noble, y por otro codicioso? Ellos lo percibirán aunque hables con dulzura. Porque  es como el olor a cigarrillo.  Puede que el fumador no esté fumando, pero se siente su olor, su aliento y su ropa.

Si no muestras generosidad, no dudes de que se te notará a la legua. Porque se percibe por la mirada, por las actitudes, por el contenido y la forma de las expresiones.

5. URBANIDAD

Si el problema fue que no expresaste urbanidad, tenlo en cuenta la próxima vez.

Prepara tu discurso con suficiente antelación, y el día de la presentación, alístate con unas dos horas de anticipación.¿Por qué?

Porque la urbanidad significa cortesía social, educación, cultura y respeto por los protocolos.

Pregúntate: "¿Debería mostrar más respeto por mis oyentes?"

A uno podría parecerle que lo hizo bien, pero lo que importa es la percepción que tienen tus oyentes.

A veces, sin querer, uno descuida ciertas actitudes y modales que pueden afectar negativamente el concepto que los oyentes se forman de uno.

Por ejemplo, podríamos comparar el respeto con la distancia que conservan dos automóviles entre sí.

Mantener uno su distancia es manifestar una actitud de consideración hacia los derechos del otro conductor y, por ende, respeto por la ley y los reglamentos. En las relaciones humanas, esa distancia se conoce como respeto y educación.

La falta de respeto destruye los puentes que de otro modo hubieran servido para establecer y mantener relaciones humanas provechosas. Provoca accidentes emocionales de los cuales es muy difícil recuperarse. Abre heridas que no se cierran y acumula mucho poder en la fuente del rencor.

La frustración es una fuerza muy poderosa. No existe asesinato sin que la frustración no haya sido un cómplice silencioso.

La envidia, el rencor, el insulto y muchas otras expresiones desagradables del alma tuvieron su origen en alguna falta de respeto.

La falta de respeto ofende a las personas, genera desprecio y cierra las puertas del corazón.

Puede darse el caso que uno no haya tenido ninguna intención de faltarle el respeto a nadie. Pero la percepción de los demás podría ser muy diferente.

Faltas el respeto cuando no miras a tus oyentes a los ojos, cuando pasas por alto sus necesidades emocionales, cuando dices cosas que hieren su amor propio, cuando los menosprecias delante de otros.

¿Saludar o no? Depende. Sería una falta de respeto saludar a alguien cuando no debes distraerlo de una conversación con otra persona. Sería una falta de respeto saludar a alguien cuando está comiendo (se lavó las manos, pero tú vienes y le estrechas la mano. ¿Verá con malestar que lo hicieras si pensara que no te las lavaste? Es mejor no hacerlo en ese momento). En cualquier otra circunstancia, tal vez no saludar se consideraría una falta de respeto.

¿Ceder o no el asiento? Depende. Sería una falta de respeto ceder uno su asiento [caliente] habiendo cerca otros lugares libres. En toda otra circunstancia, se apreciaría mucho.

Si no preparas bien tu presentación, no podrás evitar manifestar rasgos de la falta de preparación, como son las muletillas, el nerviosismo, las regresiones, los mil perdones, los tropiezos, la mala lectura, etc.

También se considera falta de respeto llegar tarde a la presentación, o pasarte del tiempo que te concedieron para hablar.

Aprecio, empatía, interés, obsequio y urbanidad son las bases de una presentación animada, motivadora y persuasiva.

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