P | 1 |
INFORMACIÓN |
2 |
IMPACTO | |
3 |
MOTIVACIÓN | |
4 |
ENTRETENIMIENTO | |
C | 1 |
VOLUMEN |
2 |
VELOCIDAD | |
3 |
TONO DE VOZ | |
4 |
PRONUNCIACIÓN | |
5 |
PRESENCIA | |
6 |
POSTURA | |
7 |
ADEMANES | |
A | 1 |
INTRODUCCIÓN |
2 |
CONCLUSIÓN | |
3 |
DESARROLLO | |
T |
TIEMPO | |
1. SALUDO (opcional)
Si ese ha sido el problema, tenlo en cuenta la próxima vez y, hasta donde sea posible, evita saludar, o bien, usa un saludo muy breve como el del ejemplo.
¿Debes saludar al público antes de entrar en materia? ¿Después de entrar en materia? ¿No saludar en absoluto?
Depende de la ocasión, las costumbre local y las tradiciones de la comunidad.
En Oratorianet. com siempre hemos sugerido no saludar. Nos parece mucho más eficaz entrar en materia cuanto antes.
Sin embargo, tampoco hemos dicho que sea incorrecto. No es un asunto de correcto o incorrecto, sino de eficacia o ineficacia.
Cualquier cosa que diluya el impacto inicial, socava la eficacia del discurso. Lamentablemente, el saludo socava la eficacia del discurso.
Por eso, a menos que una norma (legal o de decencia) lo exija, no te recomiendo saludar a nadie. Simplemente comienza tu discurso.
Por otro lado, no me malinterpretes. No estaría mal decir, por ejemplo: "Amigos, muy buenos días, mi nombre es [...]" o "Muy buenas noches. Reciban todos una cordial bienvenida" o "Señoras y señores, bienvenidos". De todos modos, con eso se diluye el impacto. No lo recomiendo.
Eso de mencionar los nombres de una serie de autoridades ya pasó de moda hace tiempo. Además, siempre hay alguien que se ofende porque no lo mencionaron. No obstante, debes usarlo si crees que la ocasión lo exige.
En general, el saludo diluye el impacto. No lo recomiendo. Pero si decides usarlo, recuerde ser lo más breve posible.
2. ANTICIPO (opcional)
Si ese ha sido el problema, tenlo en cuenta la próxima vez y aprovecha mejor la introducción.
¿Deberías anticipar de qué les hablarás, es decir, resumir brevemente los puntos principales del discurso?
Depende. Al igual que el saludo, un anticipo diluye el impacto e impide que el factor sorpresa cale más profundamente.
No obstante, un anticipo es eficaz cuando se trata de una clase. Para que los estudiantes tomen apuntes más ordenados, separando los aspectos del discurso. Eso les ayuda a enfocar mejor las preguntas que deseen hacer al maestro.
En todo caso, si decides hacer un anticipo, igual que con el saludo, sé lo más breve posible. Por ejemplo: "Hoy hablaremos de [1°, 2°, 3°]"
La introducción no es para dar explicaciones ni detalles. Si heces un anticipo, bastará con mencionar los puntos principales.
Algunos oradores invierten eficazmente el anticipo. Primero comienzan su discurso, es decir, entran en materia, y una vez que todos están concentrados, dicen el saludo: "Mi nombre es [...] y hoy hablaremos de [1°, 2°, 3°]". De esa manera no matan el factor sorpresa, cumplen con saludar y hacen un anticipo. Todos contentos, todos felices. Pero insisto que prefiero entrar en materia sin saludar ni anticipar nada.
3. DETALLE QUE CAPTA LA ATENCIÓN (indispensable)
Si comenzar ha sido tu problema, ten estas cosas en cuenta para la próxima vez y ponte a trabajar.
¿Debes mencionar un más llamativo, uno que realmente capte la atención y concentre los pensamientos dispersos del oyentes?
Tus primeras palabras tienen que sentirse como si fuera oro en lingotes brillantes, como quinientos diamantes en una bolsa de terciopelo, como un flechazo al corazón, como un martillazo en el dedo, o sea, nada menos que inolvidable.
Si logras captar la atención de tus oyentes con un detalle inolvidable, habrás concentrado, como con un rayo láser, todos los pensamientos de tus oyentes en un solo punto: tu tema.
La ventaja de hacerlo así es que cualquier preocupación, ansiedad, inquietud, cansancio o malestar, serán desplazados inmediatamente. El oyente olvidará el tiempo, el pasado y el futuro y se concentrará en el "aquí y ahora".
Lo notarás porque sus ojos se abren y comienzan a brillar de entusiasmo. Están pensando: "¡Qué buen comienzo! Parece que será un gran discurso. Nos tocó un buen orador". Y te prestarán atención como niñitos ávidos de conocimiento, como adolescentes que reciben una inyección de adrenalina.
No me malinterpretes. No significa que tienes que llevar fuegos artificiales ni dispara un arma, tampoco darles un martillazo literalmente. Simplemente es cuestión de escoger bien tus primeras palabras.
A veces basta con mostrar algo pequeño y decir: "¿Qué ven ustedes aquí?". En cierta ocasión, un orador llevó un ladrillo y lo colocó frente a todos. Empezó y terminó su discurso, agarró su ladrillo y se retiró. Cuando todos le preguntaron: "¿Y el ladrillo?". El hombre contestó: "Era solo para que me presten atención".
No recomiendo hacer cosas así, pero fue muy eficaz. Nadie se distrajo. Todos le prestaron atención de comienzo a fin.
Ralph Peesley, de Inglaterra, alumno de mis clases de oratoria en la Cámara Junior de Lima, presentó ante la clase un producto innovador, algo que a nadie se le había ocurrido. Lo que dijo fue: "¿Está usted cansada de viajar en vehículos de transporte público, atestados de gente? ¡No se preocupe1 ¡Ya salió Espacio LIbre!" Y sacó una aguja brillante y enorme, diciendo: "¡Aplique Espacio LIbre a la derecha, MMFF, Espacio LIbre a la izquierda, MMFF, y viaje todo el camino cómodamente con Espacio LIbre! Adquiéralo en su farmacia preferida".
Solo le tomó 30 segundos, se cayeron de risa de sus asientos y lo aplaudieron a rabiar. Fue la mejor presentación de la noche. Han pasado más de 30 años y todavía lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
Informó, impactó, conmovió y entretuvo. Usó un volumen apropiado, habló a una velocidad equilibrada, usó un tono de voz muy agradable, pronunció bien cada palabra, estaba muy bien vestido, se plantó sobre sus pies, hizo ademanes enfáticos y descriptivos, introdujo el tema con un detalle que captó la atención: una pregunta interesante que tocaba sus intereses, desarrolló el tema con una lógica aplastante, basándose en un apoyo visual: una simple aguja, y concluyó exhortando a la acción y prometiendo un beneficio. ¡Todo en 30 segundos!
No recuerdo las palabras exactas, pero Dale Carnegie decía algo así: 'Si alguien aprende a dar un buen discurso en un minuto, lo hará muy bien si le dan 30. Pero si no puede hablar bien en un minuto, no lo hará bien aunque le den una hora'.
De modo que no tienes que usar explosivos ni ahorcar a nadie frente al auditorio. Basta con un sencillo detalle bien dicho y captarás la atención de todos en un instante. Solo tienes que dedicar un poco de tiempo a pensar cuidadosamente en cómo empezarás.
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